Asociación Nitobe

Nitobe es una asociación sin ánimo de lucro, encaminada a la concienciación de los círculos político, empresarial y académico así como de la sociedad civil acerca de la democracia y justicia lingüísticas y de los derechos lingüísticos en general, elemento fundamental de los derechos humanos.

La reflexión de la asociación Nitobe nace de la conclusión que cada ser humano tiene al menos una lengua materna. Esta lengua, en general, no se elige sino que la transmiten los padres y/o el entorno y por tanto debe considerarse como un atributo de los individuos al igual que el color de la piel o el sexo. A través de la lengua, los individuos articulan sus pensamientos, los comunican, intercambian informaciones y se relacionan en sociedad. Para vivir en sociedad y ser ciudadano de pleno derecho (especialmente para poder estudiar, trabajar y defenderse en los tribunales) es menester poder utilizar la lengua que se domina (la lengua materna por lo general).

Por lo tanto, la defensa de las lenguas no tiene sólo un valor cultural, sino también práctico, político, y económico; se trata de preservar intereses concretos de los individuos. Al permitir que una lengua pierda parte de sus funciones en la sociedad se despoja a sus hablantes nativos tanto cultural como materialmente, reduciendo sus posibilidades de realizar actividades en esta lengua en los diferentes ámbitos de la vida social, política y económica. En situación de discriminación lingüística, nacer con una lengua materna u otra coloca a los individuos en una posición desigual con respecto al acceso a la instrucción, a la justicia y al mercado laboral. En estos contextos tener una lengua materna u otra influye irremediablemente en la capacidad de acción en sociedad y en un sentido amplio en las expectativas de éxito. La defensa de los derechos lingüísticos es por tanto un aspecto fundamental de la defensa de los derechos humanos.

Asegurar la posibilidad de utilizar una lengua materna en la comunicación con las instituciones es condición necesaria para que un individuo pueda realmente beneficiarse de sus derechos políticos. Los organismos del Estado, de hecho, no pueden prescindir de la comunicación. Si un Estado puede ser neutro con respecto a la religión no puede serlo con respecto a sus idiomas oficiales, puesto que es imposible no utilizar al menos una lengua para sus leyes y para asegurar el funcionamiento de los tribunales, las escuelas y los medios de comunicación. Ningún Estado carece de una lengua, hablada y escrita. Las instituciones no pueden ser plenamente democráticas si no se basan en una comunicación inclusiva que sea accesible para todos los ciudadanos en su lengua materna. La democracia lingüística es por ende un elemento esencial de la democracia.

Sin embargo, en algunos casos, no pueden utilizarse todas las lenguas presentes, y es necesario poner límites. Aprender otros idiomas, ya sean extranjeros o el mayoritario es sin duda deseable. Pero la necesidad de limitar la utilización de la lengua materna tiene que ser demostrada y no postulada.

El aprendizaje de un nuevo código lingüístico conlleva diferentes costes, tanto económicos como psicológicos (por la disminución de status de otras lenguas y por la incertidumbre que provoca el expresarse en una lengua extranjera). Así cuando se introducen limitaciones en la utilización de idiomas (oficialmente o de hecho) hay que considerar las diferentes medidas de compensación a favor de los marginados.

Si en determinados contextos permitimos, por razones prácticas, que se acepten limitaciones en la utilización de ciertas lenguas presentes en la sociedad, resulta necesario introducir el principio según el cual ante desigualdades en términos de posición privilegiada de una lengua con respecto a otras, deben corresponder medidas de compensación específicas (por ejemplo: transferencias financieras) en beneficio de los hablantes de las lenguas marginadas (justicia lingüística).

La cuestión de los derechos lingüísticos, de la democracia lingüística y de la justicia lingüística se halla en el centro de la acción de la Asociación Nitobe, cuyo nombre rinde tributo a Ignazō Nitobe (1862-1933), hombre culto y diplomático japonés que en 1921 presentó ante la Sociedad de Naciones un célebre informe en el que destacó la cuestión de la democracia y la justicia lingüística en la comunicación internacional; tras haber observado de forma imparcial y desinteresada la función y utilidad del esperanto durante el decimotercer congreso universal de esperanto en Praga.